Avanzar hacia la paridad de género en el poder público y privado a través de acciones afirmativas es un tema que resulta ineludible en un país con agenda democratizadora.
por Augusto Varas
LAS RAZONES de la baja presencia de mujeres en cargos de representación popular se encuentran en las estructuras de discriminación existentes. Para aumentar su participación política, no sólo son necesarios incentivos financieros, sino que es preciso implementar un conjunto de acciones afirmativas. Esta es la forma en que las democracias contemporáneas han materializado los principios y valores que las legitiman socialmente.
En las últimas décadas el poder se ha concentrado y centralizado en el país, consolidando una estructura elitista y marginalizante. La promesa meritocrática no ha sido ni podrá ser cumplida en las actuales condiciones, tal como se observa en el acceso a la educación superior de calidad, bloqueada por un sistema de selección que no es plenamente igualitarista. Lo mismo sucede en el espacio de la política, donde la concentración del poder deja fuera de la representación y deliberación a amplios sectores sociales, precisamente por la incapacidad del sistema para representar al conjunto de la sociedad a través de mecanismos adecuados. Igualmente, en la economía el poder se ha ido concentrando en grupos cada vez más reducidos. Y las relaciones interétnicas siguen caracterizadas por el sometimiento de los pueblos originarios.
En sociedades tan estratificadas, inmersas en fuertes procesos de cambio social, es necesario integrar la diversidad social, so pena de ir generando presiones cada vez más desintegradoras. Culturalmente, las sociedades contemporáneas son crecientemente diversas, por lo que los esfuerzos de integración deben ser cada vez más numerosos y eficientes. Pero las estructuras e instituciones políticas, sociales y económicas existentes son sexistas, elitistas, clasistas o racistas, dándose una contradicción fundamental entre la cambiante sociedad real y la institucionalizada sociedad oficial. Por ello, es necesario darle curso y espacio a la diversidad, porque la inclusividad en las instituciones y organizaciones sociales enriquece el sentido y permite cumplir cabalmente el cometido de sus propias funciones.
Ejemplo de esta convicción inclusiva lo ha dado recientemente la Unión Europea, al establecer una cuota de mujeres del 40% en puestos no ejecutivos de los consejos de administración de empresas privadas cotizadas en Bolsa. Considerando que sólo el 12% de los miembros de consejos de administración de las grandes compañías eran mujeres, que en el 97% de los casos el consejo era presidido por un hombre, y dado que se necesita al menos un 30% de presencia del colectivo a promover para que esas personas no se comporten como una minoría, la norma aprobada obligará a estas empresas a favorecer a las mujeres. Las firmas incumplidoras serán objeto de una multa o anulación del nombramiento, además de las sanciones que las legislaciones nacionales aprueben. Considerando que en Chile sólo un 2,9% de las mujeres alcanzan un puesto en los directorios de las empresas que conforman el IPSA, el sector privado también requiere de acciones afirmativas.
Avanzar hacia la paridad de género en el poder público y privado a través de acciones afirmativas es un tema que resulta ineludible en un país con agenda democratizadora.
Fuente: La Tercera
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