A nivel mundial, una de las expresiones mayores de debilidad democrática dice relación con la baja representación de la diversidad en una sociedad. Por cierto, no puede haber democracia verdadera si los ciudadanos y ciudadanas, en su conjunto, no están representados en las esferas de poder. Este problema ha sido identificado por cientistas políticos como una de las principales falencias de las democracias latinoamericanas, y Chile no está fuera de esta realidad; El país todavía está en deuda con las mujeres: Existe una persistente sub representación de mujeres en las instituciones democráticas, sobre todo en el parlamento. Uno de los desafíos fundamentales para superar esta brecha y fortalecer el ámbito del desarrollo social, es revisar y modificar nuestro sistema electoral, específicamente el sistema binominal, creado por el político derechista Jaime Guzmán durante la dictadura militar. Veamos en qué medida el binominalismo perjudica la participación femenina en política:
En primer lugar, sólo se puede postular a un cargo político si la candidata participa como “independiente,” o si un partido político determinado auspicia su candidatura. Es decir, si por ejemplo, una dirigente trabajadora jefa de Hogar, quisiera postular como diputada apoyada por su agrupación, tendría que ir obligadamente como independiente o respaldada por un partido. De manera tal, que si es miembro de una agrupación que no sea partido político, sino un movimiento social de carácter regional, menos posibilidades tendrá de ganar. Esto quiere decir que en Chile son entonces los partidos, (mejor dicho, sus cúpulas) los que finalmente deciden a quien apoyar en una elección.
Como nuestra cultura política tiende a favorecer a varones, las mujeres tienen menos posibilidades de ser candidatas. Hay que agregar a lo anterior, que el sistema binominal impone fuertes tensiones y competitividad al postular, dado que sólo existen dos cupos por cada distrito en competencia, lo que favorece a candidatos que van por la reelección. Se suma a ello la conformación obligada de sólo dos grandes coaliciones, con sus pactos y sub-pactos que impiden que muchas organizaciones sociales o, incluso, partidos pequeños, puedan presentar mujeres y jóvenes. En general, la idea de designar cupos para mujeres o jovenes en el medio político sigue siendo resistida. Es preciso también recordar que el pensamiento de “apropiación” de ciertos distritos por caudillos o partidos hace aun más difícil que las mujeres rompan la exclusión y puedan generar un cambio cultural en la manera de hacer política. Finalmente, la suerte de empate entre las grandes coaliciones que conlleva el binominal genera una aguda competencia al interior de cada coalición, a veces mayor que con la lista opositora.
En los últimos 20 años, y debido a la concentración de poder de las cúpulas partidarias, se ha reducido la posibilidad de mayor participación ciudadana y las oportunidades para actores políticos emergentes, como las mujeres. Queda entonces una gran tarea pendiente, no sólo para los que conforman las elites políticas de nuestro país, sino también para toda la ciudadanía. A usted, l@ invito a reflexionar, en su calidad de ciudadana y ciudadano: Sabemos con certeza que el crecimiento económico sólo será exitoso si va de la mano con el desarrollo social. Cabe preguntarnos entonces ¿Qué tipo de democracia y sociedad queremos para nuestros hijos e hijas? ¿Qué oportunidades democráticas merecen tener nuestras hijas, hermanas y madres para ser partícipes de las decisiones de nuestro país?
Leonor Quinteros Ochoa
Socióloga
Mg en teoría social
No hay comentarios:
Publicar un comentario