Por Leslie Olivares Bustamante*
¿Qué es lo que entusiasma? Una de las cosas interesantes que se observa en la película es la transgresión de una mujer de 58 años con determinados mensajes sociales reguladores de los cuerpos. Gloria muestra un “incumplimiento” con lo que se espera del cuerpo de una mujer que envejece, no sólo eso, muestra su cuerpo de 58 años desnudo, cuerpo que rompe y cuestiona el paradigma “juvenilista”, ideal hegemónico de ser eternamente jóvenes, y nos muestra un cuerpo “otro”, que la sostiene y le permite conformarse a si misma como un ser deseante y deseada.
Gloria nos invita a la subversión de los cuerpos de las mujeres “de cierta edad”, como se dice, a escapar de la captura del poder del disciplinamiento de los cuerpos, un escape de la obligación de ubicarse en “lo esperado y prescrito para su edad”. Gloria legitima la existencia y afirmación del erotismo de las mujeres en un período que va más allá del ciclo reproductivo y que se extiende mucho más allá. De este modo, rompe con estigmas sociales negativos, que descalifican a las mujeres de este tramo etario, echando por tierra el mito social y cultural de que las mujeres mayores son asexuadas y rescata el derecho al placer y ejercicio de una sexualidad que escapa a la interdicción subjetiva y social que se pretende imponer.
El personaje de Gloria nos muestra un nuevo diseño, nuevas formas de hacernos mujeres mayores, una forma que le permite estar conectada con sus propios deseos, sin dejar de ser madre y abuela. Atrás queda el modelo de la abuela con el rodete blanco tejiendo en la mecedora, lo que no quiere decir que ese modelo sea ni bueno ni malo, sino que no es el único y que puede coexistir con estos otros que se comienzan a mostrar, instituyendo de éste modo, nuevos y diversos modelos de envejecer para las mujeres.
Otro aspecto que resulta interesante de observar es cómo Gloria deja caer aquella idea terrible de estar y envejecer sola, ella no teme a estar sola, que no es lo mismo que la soledad. Incluso opta, prefiere esa alternativa ante el malestar que le produce la relación afectiva que pretendía desarrollar. Ella muestra con energía y vitalidad su posición de autonomía y libertad con que enfrenta su vida. ¿Habrá muchas Glorias en Chile que se ubiquen en esta posición?
Hay que decir que Gloria muestra la realidad de algunas mujeres que han logrado estos niveles de autonomía y actitudes emancipadoras, y que no es la realidad de miles de mujeres chilenas, que no tienen posibilidades de salir del circuito “del cuidado sin fin”, de abuelas que siguen cuidando de nietos y nietas, de personas enfermas, de personas mayores y de personas discapacitadas, que siguen atendiendo las necesidades de los demás, situación que las aleja de sus necesidades de disfrute y siguen postergando anhelos y deseos propios.
Mientras la sociedad y el Estado no asuman las tareas de cuidado como una responsabilidad social que implique a todas y todos, mientras no existan leyes específicas que reconozcan económica y socialmente las funciones de cuidado que realizan las mujeres, no serán muchas las Glorias en el país.
Psicoanalista, especialista en género y vejez.
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